Hacía muchos días que no me levantaba así…
Aquí, las mañanas siempre son tristes, porque esa niebla
espesa, cubre el despertar de las calles, de los campos.
Aunque mi ventana siempre quede abierta a la luz, no
siempre puedo ver los primeros rayos de sol. Pero hoy ha sido uno de esos
“retóricos” días, en que todo cambia, tus sensaciones cambian, tu rumbo se
modifica, los días ásperos se suavizan… y sí, he visto el sol desde la cama,
con los ojos entreabiertos y escuchando únicamente el silencio, el que me acompañaba…
Quizá después de la ducha, mi media horita de rigor…, un
buen zumo de naranja (de naranjas, por favor!) y escuchar el sonido del mar en
mi caracola, empiezo a dudar del beneficio de ese rato con el silencio, entre
el sol y mi habitación, que antes, me había parecido tan diáfano, sosegado e
incluso alegre.
Empiezo a asumir, que detrás de esos espacios, de esos
contactos profundos con la materia, hay algo más que una simple sensación
placentera, de disfrutar por la hermosura de la volatilidad.
Confirmo que puedo entender, que es como el reflejo de la
clandestinidad interna, de cualquier cosa/s que preocupan o aturden mis
pensamientos ocasionalmente, debido a un deseo indomable del desenlace
axiomático de “esas cosas”.
Es como si una pequeña coyuntura, reverberase con esos
instantes de “sol” matutino, siendo la antesala de muchas concreciones de una
sola cosa, cada una en su forma, orden y sentimiento.
Pues, hoy, mi autoexigencia me ha impuesto una regla:
decisión y atrevimiento con la realidad. Puede parecer algo desnudo para
alguien, pero sinceramente, la segunda, no es mi plato fuerte en el gran
banquete, que le vamos a hacer…Gracias a estos ratos, me puedo desenvolver en
la evidencia mundana, dependiendo de quién hablemos, claro…De hecho, no todos
somos lo que llamaría…”el mismo patrón para el resto de tela”. Para bien o para mal, así es.
Esa simbiosis de dos, me ha permitido cristalizar mis impedimentos
y marcar el número de teléfono de una persona muy importante para mí, para
decirle algo que seguramente debía haber pronunciado antes, hace
días…Necesitaba hablar con él, aunque su silencio durante este tiempo, me
hiciese dudar de si realmente deseaba oírme.
Mis dudas se han disipado.
Así que cuando hemos colgado, me he sentido muy feliz, desmedidamente
feliz. Hubiera deseado abrazar a alguien en esos momentos, para descargar mi
emoción, pero por suerte, en ese instante estaba sola, de lo contrario, el que
hubiera estado a mi lado, probablemente, hubiese empezado a percibir la falta
de aire…
La estabilidad que me proporciona a nivel emocional es
intensamente reconfortante y a su lado, me siento muy a gusto, me siento bien.
Cumplir lo que quieres hacer en cada momento, no es tan
sencillo. Hay infinidad de factores, que inciden directamente sobre las
consecuencias de esos actos, e incluso algunos, penetran y hacen diana sobre
ellos, impidiendo de forma crónica, la felicidad de poseerlos.
Siempre escucharé el silencio.