Con la noche, vuelvo a verla desierta,
y a lo lejos ese cayo,
abarrotado de ilusiones perecederas,
de amarillo ocre y rojo magenta.
Siempre tengo en mis manos
aquello que te sobraba,
un poco de aire nuevo, omisión,
y mucha tiza borrada.
Es un laberinto perpetuo,
aclimatado,
cuando estabas, un edén balsámico,
una armonía de esperas y recreo.
En Rusia también juegan a la ruleta.