Es una distancia constante,
veloz, eufórica,
lleva a la luna en volandas
y al sol, el rey de la noche.
Se aleja el rumor del oro muerto,
del aro inverosímil
atrapado, angosto.
Zarandeándose entre sombras,
quiebra mi colindante soledad
la cubre y la vacía,
estupefacta,
no sabe responder a la naturalidad.
Llega Pablo entonces,
con ropaje de simientes corales
distintas de todo,
paralelas a Varsovia,
iguales a mi amor.
En realidad, ni siquiera está lejos,
me incendian sus ojos,
me adentra una oquedad,
me ciega un alborotado estupor.
Desdicha quijotesca!
Mi amor…mi dolor,
mi vida, mi muerte secreta…